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Las obras que presenta Roma Blanco en esta exposición pertenecen a la serie Ensayos para la decodificación de una fórmula, desarrollada entre 2014 y 2015 a partir de una residencia en el CAC Ses Voltes de Palma de Mallorca, España. Habiendo finalizado Pharmakon, su anterior proyecto, y profundamente interpelada por el magnífico rosetón de la Catedral –conocido como “el ojo gótico”-, comenzó a trabajar en una serie de exploraciones formales vinculadas a la producción gráfica. Su inmersión en un contexto creativo diferente al habitual y el despojo de los materiales que le resultaban familiares inauguraron una nueva arista en su trabajo, que la vinculaba nuevamente con el dibujo tras un largo período de alejamiento de esta técnica. Comenzaron entonces los estudios específicos de los vitrales medievales, que fueron superponiéndose a las indagaciones que venía realizando en torno al mundo de la química y la geometría sagrada. Las obras de la serie fueron apareciendo como resultado de sus derivas a través de estos campos aparentemente diversos. En ellas asume la impronta de una alquimista que, guiada por la intuición y las formas, descubre casi sin proponérselo conexiones infinitas presentes en el universo. Por medio de un proceso de trabajo secuencial despliega un mapeo de relaciones posibles que pasan de manera cadenciosa de una hipótesis a otra, descubriendo parentescos inverosímiles y elevándolas a una instancia de posible verdad. Es aquí donde se produce el instante mágico. Moviéndose entre la intuición y el estudio riguroso de esas disciplinas en apariencia distantes, Roma arriba a resultados sorprendentes y abre nuevos espacios intersticiales entre la ciencia, lo sagrado y el arte.
Delicados equilibrios y poderosas conexiones emergen de esos papeles. Anotaciones al margen, exploraciones geométricas, fórmulas químicas y un álter ego que firma Curandera. Una amalgama de formas, colores y lenguajes que progresivamente van revelando otras configuraciones, naturales, orgánicas, cósmicas. El descubrimiento de que el diagrama de una molécula remite a la estructura de una semilla que a su vez se parece a un símbolo sagrado que es una forma geométrica perfecta nos obliga a preguntarnos acerca de ese mundo paralelo de enlaces invisibles que escapan a nuestra percepción y entendimiento. En esos papeles aparece algo que intuimos; todavía desconocido, pero profundamente cercano.